DE UN LIBRO DE LECTURA PARA HABITANTES DE CIUDADES

Así reza el poema de Bertolt Brecht: Sepárate de tus compañeros en la terminal. / Entra a la ciudad de mañana, con la chaqueta abrochada, / busca alojamiento, y si tu compañero golpea la puerta: / no le abras, de ningún modo; / es más: ¡Borra toda huella! Raro consejo este, al comienzo del poema De un libro de lectura para habitantes de ciudades que finalmente nos reclama a gritos eso que le fue enseñado al autor, el mismo poema oculto.

Del libro 80 poemas y canciones (traducción y selección de Jorge Hacker, Editorial Adriana Hidalgo, Argentina, 1999) podemos extraer remembranzas bizarras de hechos no siempre auscultados como una muchacha ahogada en un lago, un personaje que recuerda a partir de una dedicatoria y una chica que denuncia un asesinato infantil. Entonces, el autor aquí maniobra la punta del lápiz hacia una dirección fría y concreta en donde entrega un mensaje tan claro como una seña desde las dunas. La realidad vista de forma suspicaz, nihilista y conmovedora. Regalos sin pedir, en donde se trama el despertar de un autor de poesía. Los tripulantes de estos poemas siempre nos vienen a decir algo que quizás no queríamos escuchar, quizás olvidar, obviar de nuestra cotidianeidad mezquina y sustancial. En eso, se nos entrega detalladamente el prontuario macabro de La Infanticida Marie Farrar, humor negro, visión monstruosa de lo cotidiano.

Balada de los aventureros, Recuerdos sentimentales ante una dedicatoria y El comunista teatral (“cansado del trabajo / de su padre / ensucia los bares / y detrás de los diarios / sonríe peligrosamente”) son poemas entrañables, que se le agradecen a este dramaturgo que no olvidó que el poema iba también escondido dentro de los bolsillos de sus pantalones, entremedio de todos los papeles. La muchacha ahogada, de expresionismo puro, es un fatal desenlace de un romanticismo identificable, nos señala otra noticia fortuita que no sabíamos nuestra.

Y es así como llegamos al poema Viajábamos en un coche cómodo: “Viajábamos en un coche / cómodo por una ruta lluviosa. / Y vimos a un hombre harapiento cuando ya caía la noche. / Con profundas reverencias nos hacia señas de llevarlo. / A nosotros nos esperaba un techo y teníamos lugar y pasamos de largo. / Y oímos cómo yo decía con un tono amargo: no, no podemos llevar a nadie. / Mucho más adelante, quizá a un día de marcha, / repentinamente me asusté de esa voz mía, / de aquel comportamiento mío y de todo / este mundo”.

Los poemas escritos por Bertolt Brecht emocionan, perturban e inquietan, como una letra en urgencia de comienzo del siglo XX, que se escribe con creatividad de vagabundo y la señera esperanza de entregar mirra e incienso al exterior. 80 poemas y canciones es una labor de rescate y traducción de primordial trascendencia, no sólo para el investigador teatral, sino que para cualquier lector desprevenido que tropieza de pronto con un espejo deformante.

Publicada en www.escaner.cl

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