EL ARTE DE ENSEÑAR A ESCRIBIR

El destacado escritor mexicano Mario Bellatin (autor de: Flores, Salón de belleza y Lecciones para una liebre muerta, entre otros libros) es el gestor de la pregunta aquí en cuestión: ¿se puede iniciar, educar, formar a una persona, para ser un escritor? En definitiva: ¿se puede enseñar a escribir? Bellatin nos dice que no, no es posible enseñar a escribir.

Con esta premisa, y aunque suene contradictorio, ha creado la EDDE (Escuela dinámica de escritores) y junto a un sinfín de “maestros” (así los llaman) que vienen de distintas áreas artísticas, ha creado una escuela que se dispone a recibir a inminentes escritores emergentes o a dubitativos proyectos de escritores, iniciando la instancia de aprender, pero sin comentar los propios escritos, esos que ansiosos todo quieren mostrar. Escuchar y salir estallando por las ventanas. No, aquí se viene a conocer de fotografía, teatro, pintura, escultura, música…y literatura. Pero sin mostrar tu obra. Aprenderás la lucidez de lo variado. La luz entrando por la ventana.

Entonces, visitamos este libro llamado: El arte de enseñar a escribir publicado por el Fondo de Cultura Económica en donde Bellatin nos entrega un libro que si bien no cumple con una estructura definible, cumple con el objetivo de enseñarnos a leer bien, inclusive la malla curricular, para escribir.

Un arte difícil, complejo y sobretodo de intuiciones, es el valor que sin duda nos desean mostrar en este libro (y en la EDDE). Una forma, una muestra de lo que se puede enseñar. El afán de mantener el oficio, aun temiendo definir antojadizamente, obtener la savia nueva de la vieja.

Es así como de pronto se forma una escuela de escritores. Llegar a escribir tu clase del día, tu vida en un cuaderno. Vamos a ver, eso sí, como funcionarán los que “reprueben” la carrera.

Al mismo tiempo, y bien abocado a no explicar fórmulas ni premisas de renombre, leemos en el libro Entre paréntesis (publicado por Anagrama y “armado” por Ignacio Echevarría), a Roberto Bolaño. Claro, honesto, irónico, vamos conociendo una voz de autor pero a la vez una voz escritural que nos va dando señales de la labor y el oficio real de un escritor. Sin muchas parafernalias, dedicarse a leer.

Escribir finalmente debiera ser algo sencillo como soplar la ceniza de un incienso, pero contundente, y solo feliz, como un ferrocarril. El reflejo de un libro en el espejo de la verdad. Una escritura leyendo, al mismo tiempo.

Comentarios

Natalia Molina dijo…
Siempre escucho lo mismo ; cuando no leo no escribo ...Yo creo que tiene que ver con la continuidad de las ideas ...imaginemos la literatura como un una sola hebra que todos tejemos

Salud raul!

N