Un autor se prepara: Jérôme Lindon, de Jean Echenoz
Escrito a partir del libro Jérôme Lindon de Jean Echenoz publicado en la revista Carcaj. www.carcaj.cl
Imagen: Navaja
En este libro del escritor francés Jean Echenoz (Jérôme Lindon, LOM, 2003) nos adentramos
rápidamente en lo que el autor nos quiere dar a conocer. Quizás a manera de
homenaje o de inevitable necesidad de develar un estrecho lazo de amistad (y de
trabajo editorial), sin introducciones ni preámbulos, el autor nos cuenta su
historia junto al editor Jérôme Lindon y de cómo llegó a publicar en Les Éditions de Minuit.
No es una novela en sí, aunque funciona como tal. Las andanzas del escritor en
primera persona y el editor Lindon van in
crescendo en intensidades, incidencias, anécdotas y aseveraciones dignas de
ser rescatadas e iluminadas aquí como una lámpara furiosa. Aventuras entre
inédito tras inédito, work in progress e ideas para un nuevo libro. Las
conversaciones de cada una de estas ideas para ser publicadas y que no muchas
veces “convencen”.
Y es así como este libro pareciera ser escrito “en
urgencia”, un texto aún en estado de emoción por la partida del editor en el
año 2001. Queda de manifiesto esta impresión al mencionar, al final del libro, la
fecha de escritura de este trabajo: 2 meses después del fallecimiento de
Lindon.
Pero antes de eso, y luego de ir adentrándome en la
historia que relata Echenoz y que, con total soltura, va dando socavo a los
ires y venires en Les Éditions de Minuit, me fue inevitable tratar de buscar
las imágenes de esta historia. Necesitaba conocer el rostro de Jérôme Lindon.
Y he ahí la fotografía, la inevitable e inigualable fotografía en blanco y
negro. Busco en Internet y encuentro diversas fotografías de Lindon en su
despacho, así como también junto a distintos colaboradores y escritores
alineados a su editorial, entre ellos, Samuel Beckett, autor que también
aparece mencionado en el libro en un fugaz y tímido encuentro con el narrador.
Echenoz en este libro no solo cumple con distinguir
la persona de Jérôme Lindon y el respeto enorme que sentía hacia él, sus
aciertos, errores y aquella personalidad a veces incómoda, sino que también nos
entrega una historia de madurez de un autor. Un mirarse a si mismo y, de forma
autobiográfica, declarar una historia real que trasciende sus significados pues,
al conocer un poco estos detalles, vamos también aprendiendo al mismo tiempo
que el chico tímido y aprendiz que va dando sus primeros pasos en su labor
escritural.
Y Lindon: un editor de la vieja escuela, con
incidencia clara en el momento histórico editorial que le toca vivir en su país
y, en general, en el mundo. Un editor con un desarrollo exhaustivo y con un
criterio personal e intransferible. Inevitablemente, una persona que influye en
sus autores como un entrenador de fútbol en sus pupilos, que sabe de lo que
habla, que da cátedra de un estilo y una forma de pasión. Se puede conocer una
forma de ver el mundo, claro, y al mismo tiempo desconfiar de él.
Junto con esto, es importante destacar la vigente obra
de Jean Echenoz, quien estuvo en Chile hace un par de semanas dando una
conferencia. Sus novelas han ido adquiriendo notoriedad durante los últimos
años y goza de un momento pleno de escritura y publicación, lo que sumado a una
camada de seguidores y seguidoras que buscan y compran sus libros, lo hace ser
un destacado nombre en la actual narrativa en lengua francesa y que desenvuelve
sus historias cada, casi, dos años, en la actualidad.
Y me permito formular un par de preguntas: ¿Qué
sería de Jean Echenoz si hubiera publicado en otra editorial y no hubiera hecho
trato con Jérôme
Lindon, es decir, si no lo hubiera conocido? ¿Qué desarrollo hubiera
tenido en la escritura de este autor, el hecho de prescindir de trabajar con
Lindon y llevar otro camino, seguramente, distinto?
Son preguntas que, quizás, no tengan mayor
importancia en la actualidad, o que jueguen, sin efervescencia, en las
probabilidad especulativa de una
historia de vida. Pero en el desarrollo de un autor, de Echenoz en este caso,
no sólo nos permitimos admirar el trabajo obcecado y profesional que se le
puede atribuir a este oficio de escribir, sino que también podemos ver cómo el toparse
con un “destino soñado” y perdurar, como lo ha hecho este autor publicando sus
libros en Les Éditions de Minuit puede ser, además de un mérito, una idea de romanticismo feroz.
Y ese romanticismo permanente, llevado al terreno
vital de la concreción de proyectos editoriales, será también, al mismo tiempo,
una parte esencial en ese laborioso sistema de creación que permanece en esa
zona dividida entre flores y alambres de púas. Esa zona literaria que debe ser
descubierta. Esa obra imaginada que nos hace tomar nota de lo que ahí se
refleja y al mismo tiempo poner atención.
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