AL FINAL DE LA ESCAPADA
Y aquí vas yendo a almorzar a “La Castellana”. Día sábado, entras al boliche y suena Cristina Rosenvinge en el wurlitzer. No sabes qué responder a esta señal. Buscas una mesa, te sientas. Cierras los ojos y comienzas a recordar. Aparecen escenas, flashbacks, instancias nunca duraderas dentro de esta película que te sabes de memoria. Has estado en la cuerda tensa equilibrando en el abismo hace mucho tiempo. Cómo no estar cerca del peligro cuando un ventarrón llega sin aviso y te empuja hacia la caída. Existe el truco de no caer, eso es sabido, pero un truco difícil de aprender. Abres los ojos y aparece el plato del menú. Tú has estado en esa esquina que ves desde la mesa, esperando muchas veces la luz verde que camina. Has estado pensando en este invierno antes de atravesar la Avenida Brasil. De pronto, esta sensación es un mensaje de que todo futuro es una incógnita letal. Y el pasado, un tren que aparece de pronto y casi te atrapa, teniendo que saltar hacia el costado. Hace mucho tiem