COMO SI LA VIDA FUERA A DURAR PARA SIEMPRE


Los grabados de Loro Coirón llevan esta consigna y me hacen pensar en toda esta instancia porteña siempre viva y presente como paradoja de vida citadina. El puerto se arranca a otro estadio de significancia urbana. No es novedoso, quizás, indagar en la estética de los trolleys y las accidentadas formas de sus calles. Pero el acontecer es innegablemente distinto si miramos desde una apreciación cotidiana de filmoteca. La vida (lo pienso desde hace mucho tiempo) es una película. Una película que dura 80 años aproximadamente y que se divide en distintas escenas, buenas y malas, afortunadas y trágicas, que aparecen y desaparecen. La gracia, es que no hay guión. Se vive bajo nuestra responsabilidad, con el manejo del manubrio funambulista. Nada está escrito (no hay destino) y todo se basa en las circunstancias y coincidencias austerianas.

Y es esta ciudad diacrónica claramente una película, un work in progress eterno. Una novela antigua que habla de espejismos, bares y habitantes. Entonces, todo este film en blanco y negro se torna claroscuro y lleno de tenues sombras que acompañan el significado de las sinrazones. De las fatalidades, de las apariencias, de las estrellas fugaces. Y no disimular lo desencadenado pareciera ser la consigna inevitable, la consigna de vida que acontece sin pedir permiso porque ni siquiera tendremos el permiso de llevar a cabo alguna incidencia dentro de la casualidad.

Nos volvemos sólo una imagen que acontece, un suceso dentro de la realidad de ciudad, esta ciudad que no transa esas formas estilísticas de permanencia indeleble ante los demás. La vida como una película, como alguna escena ininterrumpida de pieza. Vamos a ver en qué termina todo esto, es una pregunta irresoluta que no vendrá con la respuesta en carteles, a mostrarme lo que vendrá, lo que no hubiera sucedido, lo que hubiera sucedido, los miedos, las añoranzas, la soledad, el amor, las compañías, el aburrimiento, las fantasías, el ocio, el caminar, el sueño, el andar en la luna, el eclipse, el desequilibrio y la película de pronto se detiene.

En este momento de escalinatas, cuando los próximos pasos se inician en un pasaje derruido, con vacilantes posibilidades de cuajar en las venideras instancias de desasosiego, es cuando vivo mejor que nunca y la próxima escena es la mejor noticia. El ascensor que sube al cielo. La calma ulterior del estremecimiento. La paz de un paseo sin razón, en Valparaíso.

Comentarios

Natalia Molina dijo…
que lindo
baudelaire3 dijo…
Raúl: acabo de hacer un enlace a tu SImpatía por el demonio en mi blog.
Date una vuelta por allá. ¿Cómo está tdoo por Santiago? Saludos a Pinos si lo ves.

Nos vemos,

CGO
Anónimo dijo…
Заманчивая новость, как скоро ожидается публикации свежего материала и вообщем стоит ожидать ?